miércoles, 16 de octubre de 2013

La paradoja del reo

Aquí va una historia que ya publiqué en su momento en Tintero & Pluma.

Una vez, en un lejano país, un reo fue arrastrado por sus verdugos de su cárcel. Había llegado el momento de la sentencia.

—Bien—dijo uno de los verdugos, con semblante serio—. Como ya sabrás, en este país la ejecución sólo puede llevarse a cabo mediante la horca o mediante la silla eléctrica. Y, como siempre, se te ofrece decir unas últimas palabras. Si lo que dices es verdad, serás ejecutado mediante la horca; si lo que dices es mentira, serás ejecutado mediante la silla eléctrica.

Una sonrisa apareció en el rostro del reo.

—Bien. Mi frase es: “¡Voy a ser ejecutado en la silla eléctrica!”

Los verdugos se miraron entre ellos, también con una sonrisa. La paradoja estaba clara: si era verdad, tendría que ser ejecutado en la horca, pero entonces sería mentira, por lo que tendría que ir a la silla eléctrica… y así hasta el infinito.

—Qué despistado soy—dijo el verdugo que había hablado—. Se me había olvidado comentarte que si decías una paradoja, la sentencia de pena de muerte sería conmutada… por una laaarga estancia en la celda más profunda del país, donde pasarás el resto de tu vida descubriendo nuestro impresionante talento con el látigo, los hierros al rojo vivo y cientos de aparatos que ya irás conociendo.


Las súplicas del reo fueron en vano.

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