miércoles, 9 de julio de 2014

Micropoema en prosa




Encaramado a la cruz de piedra. Rociado con agua bendita, que se difumina con la lluvia que cae del cielo, y aún así sigo sintiendo sus besos sobre mi piel. A mi derecha, en la cruz del Buen Ladrón, un hombre con tacones posa para el expectante público de abajo. A mi izquierda, en la cruz del Mal Ladrón, una bota reforzada de metal holla la cruz y arranca esquirlas de piedra con una fuerte patada. No sentimos la justa ira de ningún Dios vengativo; nada le importa a Dios que se mancille el símbolo de aquellos que mataron a Su Hijo.

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