domingo, 31 de julio de 2016

Vida de un esclavo americano contada por él mismo

Un fragmento de Vida de un esclavo americano contada por él mismo, de Frederick Douglass, muy útil desde una perspectiva revolucionaria. 


Las vacaciones forman parte de la gran farsa, la injusticia y la inhumanidad de la esclavitud. Son, en teoría, una costumbre establecida por la benevolencia de los amos; pero lo que quiero decir es que son una consecuencia de su egoísmo y una de las farsas más groseras de las que es víctima el esclavo pisoteado.


Les dan a los esclavos ese tiempo no porque quieran verlos descansar sino porque sería peligroso privarles de él. Esto queda demostrado por el hecho de que a los propietarios les gusta que sus esclavos pasen esos días de tal forma que se alegren tanto del comienzo como del final de sus días libres. El objetivo es conseguir que a los esclavos les repugne la libertad haciéndoles caer en la más profunda depravación.

Por ejemplo, a los propietarios no sólo les gusta ver al esclavo beber por propia voluntad sino que utilizan diversas argucias para emborracharle. Una de ellas es hacer apuestas entre sus esclavos para ver quién es capaz de beber más whisky sin emborracharse induciendo así a muchos de ellos a beber en exceso. De ese modo, cuando el esclavo pide la libertad virtuosa, el astuto propietario le engaña con una dosis de disipación licenciosa, sutilmente etiquetada con el nombre de libertad. La mayoría de nosotros nos la tragábamos y el resultado era justo el que se puede suponer: muchos acabábamos pensando que tampoco era tanta la diferencia entre la esclavitud y la libertad.

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